El canal, intermediario indispensable con los Seres de Luz
Generalmente, un canal es una persona absolutamente común, de apariencia normal y sin nada particular que la distinga dentro de un grupo o una multitud; pero es la persona capaz de entrar en comunicación con los Seres de Luz y, más en general, con las entidades de diferentes universos y esferas de existencia.
Esta aptitud no debe nada al azar, sino a una disposición personal para recibir informaciones procedentes de otras dimensiones. Porque se trata en definitiva de una transferencia de informaciones que, en ciertas circunstancias, se activa entre dos campos vibratorios diferentes —recordemos que el paso de una dimensión a otra en realidad es un cambio de índice vibratorio—.
Los Seres de Luz transmiten y los hombres reciben, pero entre los dos seres que sirven de canal debe haber una cierta aptitud para asumir su tarea. De hecho, cualquier individuo que aspire a convertirse en un canal debe cumplir unas normas:
• En primer lugar necesita tener una consciencia más elevada que la del común de los mortales, para estar en sintonía con las entidades luminosas y recibir sus vibraciones en las mejores condiciones. Para hacerlo, su consciencia tiene que estar más depurada, más abierta de lo normal, ya que en caso contrario no podrá servir de prolongación a los Seres de Luz en el plano de la materia.
• Si quiere devolver todo lo que se le transmite, el canal debe asumir el hecho esencial de que lo que se le da no le concierne directamente a él, sino que debe ser obligatoriamente transmitido para hacer evolucionar a otras entidades que no son él; si no demuestra estar a la altura de esta misión, la capacidad para servir de canal le será retirada.
• La función de canal no está al alcance de todo el mundo. Para involucrarse plenamente y asumir todas las implicaciones, ante todo se tiene que estar en paz con uno mismo, eludir las trampas de la mente y apartar todos los pensamientos negativos.
Posteriormente, se tiene que integrar en la medida de lo posible las que denominamos Energías de Amor, es decir, ser capaz de visualizar la Luz en sí misma e introducirse en la pureza divina.
Finalmente, es fundamental mantener recta la razón, mostrar la máxima humildad, y sobre todo entender que se está al servicio de la Luz, pero que no se es la Luz. En definitiva, que se es el portador de la Luz, es decir, nada que justifique una alimentación anormal de nuestro ego —que sería lo peor y nos supondría un rechazo total por parte de los Seres de Luz para comunicarnos—.
Si alguien, que está sirviendo en el «estado de canal», aprovechara los descubrimientos hechos en los planos de lo invisible para brillar y hacerse valer —dejándose llevar por la vanidad—, vería cómo su misión quedaría anulada y finalmente se quemaría con esta Luz de la que no habría sabido ser el humilde servidor.
Ser canal no es una facultad, es un estado. Es construir un puente que, durante la duración de una transmisión, une los hombres a los planos invisibles —o por lo menos a los planos para los que todavía no tenemos medios para percibirlos—.
• Las características propias de la función de canal dan a entender claramente —las entidades luminosas lo repiten con frecuencia— que todo individuo encarnado en la materia, toda persona que viva en la Tierra tiene potencialmente la capacidad de recibir los mensajes de los Seres de Luz y de transmitirlos a sus semejantes, con la condición de merecerlo, de prepararse con asiduidad para convertirse en un canal de recepción para todas las informaciones preciosas que deberán transitar de un mundo al otro.
• Cualquier persona que empieza la función de canal o, más bien, la personas en quien se despierta el estado de canal debe tener muy claro que esta práctica no es inocente: no se trata en ningún caso de un juego de sociedad para personas ociosas deseosas de sensaciones fuertes. La opción de la espiritualidad dirigida al despertar de la consciencia —la suya propia y la de los demás— es muy seria; se refiere a unas fuerzas y unas energías cuyas múltiples posibilidades de transferencia no son anodinas y pueden tener consecuencias peligrosas si no se canalizan mediante un buen hacer específico.
• La transmisión de informaciones entre los Seres de Luz y los seres humanos tiene un carácter eminentemente útil. Toda práctica lúdica (superficial) o sin fundamento verdadero (basada en un interés material) sólo contribuiría a depreciar sus enseñanzas y, a la larga, a romper el contacto con las entidades espiritualmente muy evolucionadas. Esto significa que el canal no está ahí para hacer videncia o predecir el futuro, sino, al contrario, para ayudar a sus semejantes —por medio de estas informaciones procedentes de los Seres de Luz— con el propósito de hacer que aprehendan mejor su
futuro.
• Quien toma la decisión de asumir la función de canal debe estar muy atento para no confundir las informaciones que pueden venir de su propia voz interior con las informaciones transmitidas por los Seres de Luz.
Un canal auténtico no pregunta nunca informaciones sobre sí mismo, sino para los demás. En efecto, en lo que le concierne personalmente sabe que puede encontrar todas las informaciones que necesita contando únicamente con su intuición, ya que todas las respuestas están en el interior y no en el exterior.
• Para ser plenamente operacional, el canal debe hacer previamente un vacío en sí mismo. Esta es una condición inicial para que pueda «oír» lo que le va a ser transmitido:
Para corresponder con nuestro canal, nosotros estamos en él; nuestra energía lo invade; es libre, no pesamos en su voluntad. Está en armonía perfecta con nuestra energía. Por tanto, estamos dentro y fuera de él. Es como una música que está perfectamente afinada, y sabe que lo que dice no viene de su propio yo.
• El canal tiene que alcanzar cuanto antes una cierta forma de discernimiento, impregnada de una gran humildad y de una modestia sincera:
Un canal es importante en la media en que si es un porta-Luz puede iluminar el camino, pero si no tiene juicio, discernimiento o todavía no es estable en sus percepciones puede ser peligroso, porque arrastrará seres detrás de sí; en lugar de llevarlos por un camino de Luz, los llevará hacia el caos.
• Los verdaderos canales no cambian nada en su vida cuando empiezan a entrar en contacto frecuentemente con los Seres de Luz. Asumiendo plenamente su misión, persiguen sin brillo las experiencias de su vida al ser encarnado en este mundo. Los únicos cambios que experimentan se dan en la ascensión de sus almas, que resulta de un equilibrio constantemente renovado entre sus vidas espirituales (cada día más intensas) y sus existencias materiales.
extraido de el libro de Bernard Baudouin -
LOS SERES DE LUZ